HAVANA – Nora y Maylo no se conocen pese a que participaron días atrás de una clase de bailes populares cubanos para personas mayores. Pero comparten algo más que las ganas de mover el cuerpo: no podrían llegar a fin de mes sin la ayuda que sus hijos les envían desde el extranjero.
La jubilación que Nora Jiménez Acosta cobra cada mes –y la de cientos de miles de pensionados cubanos— equivale a cinco dólares al cambio del mercado informal, el que más se usa, y sólo le alcanza para medio cartón de huevos o dos kilos de pollo.
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Además del dinero que le gira su hijo desde Panamá suele realizar algunas tareas esporádicas —como participar como extra en programas televisivos, hacer pequeños mandados para sus vecinos y vender ropa reciclada— para salir adelante.
“Yo sigo luchando”, dijo a The Associated Press la viuda de 72 años mientras preparaba un café en su apartamento en las afueras de La Habana varios días después de la sesión de baile.
La sociedad cubana sufre desde hace tiempo un proceso de envejecimiento que se agudizó en los últimos años con una ola migratoria, sobre todo de jóvenes, como consecuencia de la crisis económica.
“Pensábamos que íbamos a tener una vejez diferente”, comentó por su parte Maylo Pajón Lorenzo en su casa en Centro Habana.
Con 65 años, la mujer cuida a su vez a su padrastro que tiene 82. “Nosotros vivimos porque la familia nos ayuda mandándonos alimentos, dinero, medicamentos, proveyéndonos de vestimenta”, agregó Pajón.
En Cuba es cada vez más común ver a los adultos mayores hacer colas por horas para comprar productos subvencionados por el Estado o esperar en las puertas de las farmacias que surten medicamentos.
No hay una cifra oficial de remesas, pero según coincidieron varios expertos cubanos en el extranjero, un 70% de las familias en la isla recibe algún dinero desde el exterior y que en 2023 totalizó 1.900 millones de dólares.
Pero los que no tienen esa suerte apelan a la venta de cigarrillos y misceláneas en los portales de sus casas o en las plazas o se ofrecen como mensajeros y jardineros para aumentar sus ingresos.
“¡Qué va! Yo no recibo nada de afuera, no tengo más que mi chequera (jubilación)”, dijo a AP Anselmo Zerquera, de 79 años, quien a pesar de sus achaques vende bolsas plásticas en una calle de la popular barriada de Centro Habana para aumentar sus ingresos.
No hay cifras oficiales de a cuánto asciende la canasta básica de bienes y servicios que necesita al mes un adulto mayor en la isla, pero el economista cubano Omar Everleny Pérez estimó en unos 35 dólares al cambio informal lo necesario sólo de alimentos para un mes.
Los pensionados, como todos los cubanos desde que nacen, reciben además una libreta de abastecimiento que contiene arroz, azúcar, frijoles y leche pero que alcanza para unos pocos días. La salud es estatal y gratuita pero está sufriendo falta de presupuesto, mientras la mayoría de los cubanos son propietarios de sus viviendas por lo que no pagan alquiler.
Según las últimas cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, en 2023 el 24,4% de la población cubana tenía 60 años o más. En comparación, México reportó un 12% y Panamá un 13%.
Se estima además que en los últimos cuatro años habrían salido del país unos dos millones de personas —en su mayoría de entre 15 y 59 años— de una población total. De acuerdo con el gobierno esta sería de 9,6 millones de habitantes pero los expertos calcularon que apenas llega a los 8,6 millones.
Un censo nacional está pendiente desde 2022 y fue varias veces pospuesto.
A ello se suma un mayor número anual de decesos que de nacimientos: el año pasado hubo 71.374 alumbramientos y aunque todavía no se conoce el número exacto de muertes, se calcula que será similar al de 2023, cuando hubo 117.739 defunciones.
“Ese número de nacimientos es más bajo que el número de nacimientos que puedes estimar para 1899", dijo a AP el profesor, demógrafo y economista Juan Carlos Albizu-Campos, del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, una institución independiente.
Las autoridades han incrementado los planes de apoyo de la seguridad social, pero una ayuda del equivalente de cinco dólares en la moneda nacional —1.500 pesos cubanos— la reciben sólo los más vulnerables o quienes ni siquiera cobran una jubilación.
En tanto, las organizaciones civiles y las Iglesias —católica y de denominaciones evangélicas— suelen ofrecer a los mayores desde cortes de cabello o uñas, ropa y hasta platos de comida.
La solidaridad entre vecinos de toda la vida y conocidos es clave en la sociedad cubana dijo Pajón cuando se le preguntó cómo hacían tantos jubilados que no tienen apoyo familiar desde el extranjero o no están en condiciones de seguir trabajando.
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