La nueva presidenta de México promete retomar la lucha contra el cambio climático

La nueva presidenta de Mxico, Claudia Sheinbaum, saluda a la multitud tras una ceremonia indgena en el da de su toma de posesin, en el Zcalo, la principal plaza de Ciudad de Mxico, el martes 1 de octubre de 2024. (AP Foto/Fernando Llano) (Fernando Llano, Copyright 2024 The Associated Press. All rights reserved)

MEXICO CITY – En sus primeras palabras como presidenta de México, Claudia Sheinbaum marcó diferencia en su postura sobre los combustibles fósiles frente a la estrategia promovida durante los últimos seis años por su predecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador, y prometió retomar la transición energética del país.

“Vamos a impulsar las energías renovables, el objetivo es que en 2030 tengan una participación del 45% (del total de la generación eléctrica)”, dijo el martes, mencionando el tema del cambio climático en su primer discurso de masas en el Zócalo, la principal plaza de la capital, poco después de haberse convertido en la primera mujer presidenta del país.

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Aunque todavía no se conocen muchos detalles, sus palabras contrastan con la política energética de López Obrador, un férreo defensor del petróleo que, entre otras cosas, dedicó más de 20.000 millones de dólares a la construcción de una nueva refinería y frenó las subastas eléctricas que habían permitido la expansión de plantas solares y eólicas en el país.

La presidenta, con formación científica en temas energéticos y de cambio climático, ha dicho que revelará pronto su Plan Nacional de Energía, un “programa ambicioso de transición energética” que buscará “la disminución de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático”.

Sin embargo, Sheinbaum también ha prometido fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad, cuyas anticuadas plantas se abastecen principalmente de combustibles fósiles, y a la petrolera estatal, Pemex.

A la espera de sus planes, expertos y ambientalistas destacan el cambio significativo en la retórica que llega desde la presidencia.

“El término sustentabilidad o energía renovable realmente no aparece nunca” en la política de López Obrador, dice Rosanety Barrios, quien trabajó por más de una década en la Comisión Reguladora de Energía. “No utiliza el término en ningún discurso, en ningún documento. Y ella lo usa en todos.”

No es la primera vez que Sheinbaum habla de impulsar las renovables.

Durante su campaña prometió que las energías limpias abastecerían el aumento en la demanda energética en el país, provocado en buena medida por el aumento de las temperaturas que trae consigo el cambio climático. En su discurso en la toma de posesión en el Congreso, también el pasado martes y con López Obrador sentado a unos pasos de ella, las promesas parecieron hacerse más tangibles.

La meta de alcanzar el 45% de energías renovables para 2030, algo superior a lo que planteó en campaña, está muy por encima del 24% que representaron el año pasado, según la Secretaría de Energía. De lograrlo, México volvería a encaminarse en la ruta para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, que busca mantener la temperatura media mundial por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.

Hasta ahora, las políticas energéticas impulsadas por López Obrador habían llevado a que el consorcio científico internacional Climate Action Tracker, que evalúa los pasos que toman los países para cumplir el Acuerdo de París, rebajase la calificación de México hasta “críticamente insuficiente”.

En su discurso ante el Congreso, la presidenta también anunció un inédito límite a la producción petrolera del país de 1,8 millones de barriles al día. Todo el petróleo que se produce en México está a cargo de la petrolera estatal, Pemex, que cerró 2023 con una producción también de 1,8 millones. La cifra está muy por debajo de los 2,6 millones que había prometido López Obrador al inicio de su mandato.

Sheinbaum recordó que, hace más de una década, la reforma energética de 2013 impulsada por el entonces presidente Enrique Peña Nieto propuso una producción de 3 millones de barriles diarios. “Eso es ambientalmente imposible”, afirmó. “Es mejor promover la eficiencia y las fuentes renovables”. Pero al mismo tiempo, la presidenta ha reiterado su compromiso de “fortalecer Pemex” y jamás ha criticado la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas, que ha visitado en varias ocasiones junto a su predecesor.

Los expertos dicen que México no sería capaz de aumentar la producción de petróleo aunque quisiera con las técnicas actuales, dado que la disponibilidad de crudo se está agotando. Adrián Fernández, doctor en ciencias ambientales por el Colegio Imperial de Londres y director ejecutivo del think-tank Iniciativa Climática de México, dice que al país “le quedan diez años de petróleo con la tasa de explotación actual, que es modesta. Ya casi no tiene petróleo.”

Pero Fernández no deja de celebrar el límite anunciando por la presidenta, “porque significa que no va a buscar aumentar la producción de petróleo”, para lo cual México tendría que invertir “millones y millones” en otro tipo de técnicas, como la polémica fracturación hidráulica (fracking) o la exploración en aguas profundas.

Fernández dice que las medidas anunciadas por Sheinbaum hasta ahora son “totalmente consistentes con su experiencia y conocimiento”. La presidenta es licenciada en física, tiene un doctorado en ingeniería energética y formó parte del panel de expertos sobre cambio climático de las Naciones Unidas que ganó el Premio Nobel en 2007.

Esta misma semana, Sheinbaum vio de primera mano los estragos que está ocasionando el cambio climático en México.

El miércoles, en su primer viaje como mandataria del país, Sheinbaum visitó Acapulco, en el sureño estado de Guerrero, para evaluar los daños ocasionados por el huracán John. La tormenta dejó un rastro de devastación a su paso cuando la ciudad todavía se estaba reponiendo del catastrófico huracán Otis. La magnitud de ambos se vio amplificada por el aumento de las temperaturas en los océanos debido al calentamiento global.

Pero la gran incógnita es si la nueva presidenta logrará impulsar a las renovables con el marco legal existente. Antes de abandonar el cargo, López Obrador impulsó una reforma constitucional para dar un “rol preponderante” en la generación de electricidad en el país a la estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Por un lado, la presidenta ha apoyado esa reforma constitucional y se ha comprometido a que el Estado controle el 54% de la generación eléctrica. Pero por otro, ha asegurado que permitirá la inversión privada para el desarrollo de las renovables, desincentivada en el mandato de López Obrador con unas reglas que, todavía hoy, favorecen a las plantas de la estatal CFE.

“Desde mi punto de vista, el mayor problema que tiene Claudia es la incertidumbre legal”, dice Barrios.

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