CIUDAD DE MÉXICO – La policía de Nicaragua mantenía el martes un cerco en torno de la iglesia Divina Misericordia de la ciudad de Sébaco en cuyo interior permanece refugiado su párroco tras el cierre de la Radio Católica de esa localidad y de otras cinco emisoras de la Iglesia.
“Disculpe, pero tengo policías y antimotines cerca y no puedo hablar fuerte. Estamos rodeados pero estoy bien, estamos bien”, dijo el padre Uriel Vallejos en breves declaraciones telefónicas a The Associated Press que hizo casi en un susurro. Agregó que lo acompañan seis personas.
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Antes, en un audio distribuido a medios de prensa, el sacerdote dijo que la noche del lunes le habían cortado la energía eléctrica a la sede religiosa y que los policías estaban “distribuidos en la cocina, en la capilla, afuera y en el predio del colegio” San Luis que forma parte de las instalaciones. “Ayer no pudimos cenar porque ingresaron a la cocina”, agregó.
En otro mensaje grabado el sacerdote calificó de “cobarde” la acción policial que llevó a la ocupación de la Casa Cural de Sébaco -103 kilómetros al norte de la capital-, donde funcionaba la Radio Católica.
Organismos de derechos humanos denunciaron que la policía hizo disparos al aire y lanzó gases lacrimógenos para dispersar a varias decenas de personas que intentaron ingresar a la sede religiosa tras un pedido de apoyo formulado por el padre Vallejos en las redes sociales.
El gobierno de Daniel Ortega ordenó el lunes el cierre de seis radioemisoras adscritas a la Diócesis de Matagalpa -departamento norteño al cual pertenece el municipio de Sébaco-, que administra el obispo Rolando Álvarez, una de las voces más críticas de la Iglesia católica.
Monseñor Álvarez confirmó en una misa desde la Catedral que recibió una carta de la dirección del estatal Instituto de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) anunciando el cierre de las radios, medida que consideró “una injusticia”.
Álvarez es uno de los obispos más incómodos para Ortega. Ha pedido la libertad de unos 190 “presos políticos” y el mes pasado realizó un ayuno para que cesara la “persecución” en su contra luego de que patrullas policiales lo siguieron desde Matagalpa y obligaron a refugiarse en una iglesia de Managua.
Tras la rebelión social de 2018, que fue sofocada con violencia por la policía y paramilitares, el obispo de Matagalpa y otros sacerdotes acusaron a Ortega de “reprimir al pueblo”. También el párroco Vallejos se solidarizó con los manifestantes que protestaron contra el gobierno.
Ortega, por su parte, calificó las protestas de “fallido golpe de Estado” y acusó a los obispos de formar parte de un plan de la oposición para derrocarlo.
El gobierno no ha informado sobre estos sucesos ni ha confirmado la ocupación policial de las instalaciones religiosas ni de la radio de Sébaco.
Los sandinistas mantienen una tensa relación con la Iglesia católica desde la época de la revolución en la década de 1980, cuando varios obispos cuestionaron en duros términos al primer gobierno de Ortega (1985-1990) por su persecución a la prensa independiente y los sacerdotes más críticos.
Sin embargo, antes de volver a la presidencia en 2007 Ortega ofreció un gobierno de “paz y reconciliación” y se acercó a su otrora enemigo, el líder católico y cardenal Miguel Obando, quien se convirtió en su aliado y hasta ofició la misa de su matrimonio con Rosario Murillo, vicepresidenta desde 2017.