CARACAS – Una misión del gobierno de Noruega se encontraba el martes en Venezuela como parte de los esfuerzos para impulsar una mesa de diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y distintos sectores de la oposición, entre ellos, el encabezado por Juan Guaidó.
“Vamos a llevar a los adversarios de la revolución al terreno en donde se define todo, el voto popular. Ya los hemos llevado a nuestro terreno, el diálogo”, dijo Maduro en un acto de gobierno televisado. “Es un diálogo para plantear la cruda verdad de Venezuela”, agregó el mandatario, destacando que en la víspera su gobierno ratificó ante la misión de Noruega las condiciones que ha puesto para acercarse con sus adversarios.
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Maduro repetidamente ha dicho que estaría dispuesto a entablar conversaciones con Guaidó siempre que el líder opositor cumpla varios requisitos, entre los que se incluye reconocer su legitimidad como mandatario, aceptar a la nueva Asamblea Nacional —de mayoría oficialista— e impulsar el levantamiento de las sanciones internacionales impuestas para forzarlo a dejar el poder. Además exige que de inmediato se devuelvan “todas las cuentas bancarias” y el dinero que ha sido “confiscado” a Venezuela.
Maduro descartó que sus condiciones sean un obstáculo para iniciar una negociación.
Guaidó, que se ha mostrado desconfiado a iniciar un acercamiento con Maduro en el pasado, pareció ceder el 11 de mayo y tomó la iniciativa de invocar el diálogo. Ésa fue la primera vez que el opositor se mostró públicamente abierto a negociar con el gobierno, al que repetidamente denomina “la dictadura”.
Guaidó sostiene que la grave crisis política, social y económica que azota a Venezuela merece la búsqueda de “soluciones realistas y viables”. Su propuesta de “Acuerdo de Salvación Nacional” implicaría negociaciones con el gobierno y sus aliados locales, organizaciones de oposición y la comunidad internacional. Guaidó — en contraste con la exigencia de Maduro sobre las sanciones— planteó la conveniencia de levantarlas gradualmente como incentivo para llegar a un acuerdo.
En enero de 2019, cuando el opositor de 37 años era presidente de la Asamblea Nacional, se declaró mandatario interino de Venezuela argumentando que Maduro fue reelecto en unos comicios fraudulentos. Más de medio centenar de países lo reconocieron como tal y la mayoría de ellos todavía lo respaldan, entre ellos Estados Unidos, que congeló todos los activos del gobierno venezolano en su territorio y prohibió a los estadounidenses hacer negocios con Caracas.
Maduro sumó el martes una quinta exigencia para comenzar el diálogo: Que a partir de ahora todas las reuniones sean abiertas al público y la prensa. “No más reuniones privadas”, pidió.
Previos esfuerzos de llegar a un acuerdo se descarrilaron uno tras otro, entre ellos el más reciente, promovido por Noruega. Esas negociaciones se truncaron en agosto de 2019, luego que Maduro ordenó el retiro de sus delegados en rechazo al endurecimiento de las sanciones que entonces le impuso Washington. Semanas después, Guaidó anunció el agotamiento de los diálogos.