FORT LAUDERDALE, Fla. – En los momentos más tristes de la pandemia, la clínica veterinaria de la doctora Diona Krahn ha sido un festival de cachorros, inundado de nuevos pacientes de cuatro patas.
Normalmente recibe entre tres y cuatro nuevos cachorros por semana, pero entre las adopciones de refugios y las compras privadas, el auge de mascotas de 2020 con la pandemia del COVID-19 llevó entre cinco y siete clientes nuevos al día a su centro de Raleigh, Carolina del Norte. Muchos de los dueños han acogido a su primera mascota.
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Como muchos veterinarios en Estados Unidos, también ve más animales enfermos. Para cubrir la demanda, veterinarios entrevistados por The Associated Press han ampliado sus horas de apertura, contratado personal y rechazado pacientes nuevos porque no pueden seguir el ritmo. El agotamiento y el cansancio se han convertido en una preocupación tan grande que algunos centros han contratado terapeutas para ayudar a sus trabajadores.
Unos 12,6 millones de hogares de Estados Unidos llevaron a casa una nueva mascota el año pasado después de que se declarase una pandemia en marzo de 2020, según el COVID-19 Pulse Study de la American Pet Products Association.
Por otro lado, menos gente abandonó sus mascotas en 2020. Y como la gente trabajaba en casa y pasaba más tiempo con sus animales, tenían más oportunidades de identificar bultos, cojeras y otros problemas que normalmente no habrían recibido tratamiento.
Los veterinarios ya tenían problemas para cubrir la demanda antes de la pandemia, y las facultades de veterinaria no pueden formar suficientes doctores y técnicos para llenar el hueco.
Krahn dejó su clínica de Carolina del Norte hace tres meses y ahora supervisa nueve clínicas y hospitales veterinarios en Utah y Idaho para la Pathway Vet Alliance.
“Todos mis centros hacen reservas con varias semanas por adelantado. Los clientes llaman y piden citas en varios centros” o recurren a clínicas de urgencias, señaló.
El Banfield Pet Hospital, uno de los mayores proveedores nacionales medicina veterinaria preventiva, tuvo aproximadamente medio millón de visitas de mascotas más en 2020 que en 2019. Y su servicio de atención telemática pasó a tener más del doble de volumen entre marzo y final del año pasado.
Thrive, otro grupo de centros veterinarios de atención primaria con 110 clínicas en Estados Unidos, reportó un aumento del 20% en la demanda durante la pandemia. Ambos centros señalaron que como los humanos pasaban más tiempo con sus mascotas, estaban más atentos a sus problemas de salud, grandes o pequeños.
“Con el COVID-19, mucha gente se vio impotente hacia sus personas más cercana”, dijo Claire Pickens, directiva en Thrive, “pero lo único que aún podía controlar era cuidar a su mascota”.
Verg, un hospital veterinario de urgencias y especialidades en Brooklyn, reportó un aumento del 40% en las visitas de urgencias desde el inicio de la pandemia.
“La demanda sigue creciendo”, lo que provoca un gran agotamiento en unos profesionales conocidos por su compasión, explicó director médico de Verg, el doctor Brett Levitzke.
“Por desgracia, la fatiga compasiva, la ansiedad y la depresión ya asolaban a nuestra profesión, y la pandemia desde luego lo ha llevado a otro nivel”, dijo Levitzke.
Krahn dijo que, en parte, vendió su clínica en Carolina del Norte a Pathway y asumió un puesto administrativo en la compañía para ofrecer apoyo práctico y emocional a los veterinarios, porque conoce el coste psicológico de primera mano.
“Como veterinarios, nuestro trabajo es cuidar, pero también cuidamos de la gente a través de sus animales”, dijo Krahn. “A los médicos y equipos de apoyo les cuesta cuidarse de forma que puedan seguir haciendo esto”.