HAVANA – Durante 25 años el artista plástico cubano José Antonio Rodríguez Fuster decoró con azulejos las fachadas de su casa y las de sus vecinos. Representó banderas, rostros de personalidades o próceres, palmeras, pájaros y vírgenes hasta convertir su pueblo completo en una galería gigante a cielo abierto.
La antigua localidad pesquera de Jaimanitas -con su veintena de manzanas- pasó a ser conocida popularmente como “Fusterlandia”, un ejemplo de cómo la gente puede apropiarse de un proyecto artístico independiente para mejorar su comunidad.
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“Hay alrededor de 1.000 casas tratadas por mí. Hay pequeños parquecitos, el homenaje a Gaudí, a España y el consultorio del médico de la familia”, dijo a The Associated Press Fuster, de 74 años. También “hay obras de cientos de artistas de todas partes del mundo que han venido a las bienales (de pintura) y han dejado su huella”.
Hasta fines del siglo pasado Jaimanitas era una humilde comunidad de calles de tierra, viviendas achaparradas y de materiales de bajo costo a unos 15 kilómetros al oeste del centro de La Habana.
Fuster ya era reconocido como pintor -nació en Caibarién y se trasladó a La Habana, donde estudió arte- y tenía una casa pequeña de techo a dos aguas allí.
Usando azulejos de todos los colores y texturas comenzó por decorar su fachada: flores, refranes, peces, rostros, corazones, gallos de formas ingenuas que se entrelazan dando una imagen de laberinto. Luego su vecina le pidió que decorara su entrada, algo que Fuster hizo gratis porque la mujer no podía pagarle. Y después le siguió otro vecino, y otro.
“En 1994, cuando era ya un artista reconocido que ganaba cierto dinero, me vi en pleno periodo especial (la crisis económica) y con la situación tan difícil. Me dije ‘yo no quiero ser el rico al lado de toda esta gente’ y comencé a invertir mi dinero en azulejos y cambiar el mundo y hacer esto que le llaman ‘Fusterlandia’”, recordó el artista.
En los siguientes años los mosaicos comenzaron a decorar los portales a su alrededor con sus enormes diseños de rostros, imágenes de campesinos, réplicas de íconos como el yate Granma en el que viajó el fallecido líder Fidel Castro, cangrejos, un retrato del exlíder venezolano Hugo Chávez, tortugas, montañas y manos gigantes. Fuster se hizo cargo de los gastos.
Con las decoraciones comenzó la afluencia de turistas y otros artistas se sumaron con sus obras en muros, ventanas, aceras, postes y columnas. También se instalaron puestos de artesanías al tiempo que músicos y magos hacían funciones callejeras.
Como estaban alejados de la ciudad, los residentes de Jaimanitas comenzaron a vender desde sus ventanas agua y frutas -mangos, aguacates, guayabas- a los visitantes.
“Nunca me imaginé que iba a tener esta connotación”, señaló sorprendido Fuster, quien indicó que en 2017 unos 500 visitantes llegaban a su casa a diario y recorrían las cinco callejuelas aledañas hasta ver asomar el mar turquesa un poco más allá.
Aquel año coincidió con una creciente llegada de turistas a la isla que fue precedido por el acercamiento entre Washington y La Habana que implicó la flexibilización de sanciones y los viajes de estadounidenses a la isla.
“Si vamos 25 años atrás (Jaimanitas) no se parecía en nada” a lo que es hoy, dijo a AP la vecina Marianela Leyva, un ama de casa de 71 años. “No era reconocida en el mundo ni en Cuba. Ahora usted dice vivo en ‘Fusterlandia’ y todo el mundo: ‘oh, que lugar tan bello'”. Leyva tiene dos hijos jóvenes que estudiaron arte inspirados en Fuster.
“Fusterlandia” es un proyecto cultural comunitario, autofinanciado, donde también funcionan talleres de poesía, se realizan actividades para niños o se promueven campañas ambientales de limpieza de las costas.
“Trabajan jóvenes de la comunidad que estaban desvinculados (desempleados). La gente ha podido hacer su negocio particular... la comunidad se ve influenciada” para bien, manifestó a AP Francis Durán, otra vecina de 68 años. “Sí, ha cambiado la vida” de Jaimanitas.
Todos, incluido Fuster, están deseosos de que la pandemia de COVID-19 llegue a su fin y que los visitantes de todo el mundo fluyan otra vez. Y que el nuevo presidente estadounidense Joe Biden relaje las sanciones económicas impuestas a la isla.
“Si Biden mejora (las relaciones), bien por él. Si no, tenemos que seguir reinventándonos. Lo que necesitamos es que los cubanos se pongan las pilas y echen pa’ lante (avancen)”, indicó el artista.
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Andrea Rodríguez está en Twitter: www.twitter.com/ARodriguezAP