Recuerdan al máximo ídolo ranchero, Pedro Infante, a 64 años de su muerte

Pedro Infante. (Cortesía)

MÉXICO. – Hace 64 años murió Pedro Infante, el ídolo ranchero más querido y recordado de México, en un trágico accidente aéreo que dejó al país lleno de luto, pero con un legado de más de 60 películas y al menos 314 canciones, la mayoría del género ranchero.

El “Ídolo de Guamúchil” conquistó los hogares mexicanos a través del cine, la televisión y la radio, medios que cobraron gran auge en aquellos años y lo consagraron como una super estrella, un artista que además de carisma dominaba la actuación y el canto.

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Su fama superó todas las fronteras. En 1956 conquistó Hollywood y ganó un Globo de Oro por su actuación en Tizoc, bajo la categoría de Mejor Película Extranjera. También ganó un Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín.

Su personaje más conocido fue el de Pepe el Toro en la trilogía de películas: Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe El Toro. También alcanzaron gran éxito filmes como Los tres García, Los tres huastecos, El seminarista, Sobre las olas, A toda máquina, ¿Qué te ha dado esa mujer?, Ahí viene Martín Corona, y Dos tipos de cuidado.

Dentro y fuera de la pantalla fue mujeriego y se le atribuye haber abandonado a varios hijos, pero entre los reconocidos están Guadalupe Infante López, que tuvo con su primera novia; Dora Luisa Infante León, hija de su hermana María del Carmen, a quien Pedro adoptó al igual que a María Luisa León.

También Graciela Margarita, Lupita y Pedro Infante Torrentera, hijos de Lupita Torrentera, actriz y bailarina de la llamada Época de Oro del cine mexicano; Irma Infante Aguirre, a quien Pedro procreó con Irma Dorantes; y Cruz Infante Cazañas, reconocido por la madre del actor y cantante, como fruto de su relación con Piedad Cazañas, una empleada de la familia.

Su fama y leyenda perduran. Personajes inspirados en Infante han aparecido en películas familiares y hace dos años se estrenó Como caído del cielo, una película en la que el actor Omar Chaparro personifica a un Pedro Infante reencarnado.

Pero la actuación no era la única de sus aficiones. Su amor creciente era por las alturas y acumuló 2,989 horas de vuelo como piloto bajo el nombre de “Capitán Cruz”. Había sobrevivido ya a dos accidentes que lo dejaron con graves heridas, pero fue el 15 de abril de 1957 cuando emprendió su último vuelo.

Estaba al mando de un C-87 Liberator Express de fabricación estadounidense, matrícula XA KUN perteneciente a la empresa TAMSA, de la que era socio. Se trataba de una adaptación para uso civil de los bombarderos B-24 de la Segunda Guerra Mundial.

El diseño del avión ofrecía numerosos riesgos y dificultades respecto a su estabilidad, lo cual lo hacía peligroso y difícil de operar. Despegaron de Mérida, Yucatán, y momentos después se desplomaron entre las 7:30 y las 8:00 horas en pleno centro de la ciudad.

La posición boca abajo del avión sugiere una total pérdida de control, al parecer debido a un “error de maniobra al ejecutar dos virajes hacia el rumbo de la Ciudad de México sin conformarse a las especificaciones de distancia y procedimientos, y por debajo de las altitudes y velocidades indicadas. Este error fue agravado por un probable corrimiento de carga debido a una estiba incorrecta”.

Fallecieron además Victor Manuel Vidal Lorca, piloto, y Marciano Bautista, mecánico de aviación. El avión cayó sobre un patio donde una joven mujer lavaba ropa junto a su hijo, también ellos perdieron la vida.

A su funeral acudieron miles de personas, y al menos 60 tuvieron que ser atendidas por desmayos, crisis nerviosas y golpes pues hubo empujones y conflictos constantes por acercarse lo más posible al ídolo. Hoy, a 64 años de su partida, sus fans en México y muchos otros países lo recuerdan con cariño.


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