ACAPULCO, Mex. – A los mexicanos les gusta decorar todo. Desde los antiguos que plasmaban complejos y hermosos diseños en sus templos y ropa, hasta los actuales, con sus coloridas fiestas y platillos. Pero en Acapulco, una ciudad turística en la costa del sur del Pacífico, los conductores de transporte público han llevado la decoración a extremos fascinantes.
Acapulco fue durante siglos uno de los puertos más importantes del mundo: punto de enlace entre las mercancías asiáticas y el imperio español. También fue el sitio donde John F. Kennedy y su esposa Jacqueline pasaron su luna de miel en 1953, y vivieron numerosos actores de Hollywood entre las que destaca Elizabeth Taylor.
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También fue sede de las competencias de navegación en los Juegos Olímpicos de México 1968, del concurso Miss Universo en 1978, y cada año se realiza el Abierto Mexicano de Tenis.
Fue en la década de los 60 cuando comenzó a “tunearse” el transporte público. La historia no es muy clara, pero al parecer esta colorida tradición nació por una mezcla de inspiración artística de los choferes y el interés de atraer a más pasajeros a trasladarse (y divertirse) a bordo de sus unidades.
Según cuenta Martín, uno de los operadores de estos autobuses conocidos como “mamalones”, cada unidad tiene un dueño que invierte entre mil y dos mil dólares para plasmar dibujos con aerógrafo de temáticas como personajes de acción, princesas, superhéroes e incluso hay uno dedicado al cariño que los acapulqueños sienten por el pueblo de los Estados Unidos.
Es común que los choferes cuenten con un aprendiz-ayudante.
La decoración exterior es apenas la invitación a abordar. Dentro los colores se vuelven más densos y se mezclan con iluminación de neón y un potente sistema de sonido que hace retumbar el autobús casi tanto como las fuertes frenadas y acelerones del trayecto. Los principales ritmos que se escuchan son salsa, cumbia y reggaetón, pero también hay rancheras, baladas románticas o rock. El chofer es el DJ y puedes pedirle una canción, pero él decide si la hace sonar.
Lo único seguro al abordar es la adrenalina. Fuera de eso las medidas de seguridad son escasas, las señales de tránsito son tomadas como sugerencias y es común que los pasajeros participen involuntariamente en lo que algunos llaman “la carrera del centavo”, en la que cada chofer busca rebasar al resto para llegar antes a recoger a los pasajeros y obtener más ganancias. Otras veces las carreras son por mera diversión.
El servicio se ofrece desde las 5:00 a.m. hasta las 11:00 p.m. por 9 pesos ($.40 centavos). Es común que algunos choferes adapten un par de asientos para hacerlos más cómodos y así sus parejas, familiares o amigos puedan acompañarlos durante su jornada de trabajo.
Pero hasta estos autobuses llenos de color y fiesta han sufrido las consecuencias de la violencia desatada por delincuentes y autoridades corruptas. Varios de estos autobuses han sido incendiados y sus choferes asesinados por criminales que les exigen trabajar para ellos y entregarles sus ganancias.
Otra dificultad que enfrentan es la modernización del transporte. A pesar de su folclor, los “mamalones” son autobuses escolares viejos y peligrosos que poco a poco están siendo reemplazados por unidades más seguras, cómodas y modernas.
No sabemos si estos referentes del folclor mexicano seguirán viajando por mucho tiempo, pero si visitas Acapulco y te gustan la fiesta, la aventura y la velocidad, es tu mejor opción para vivir un viaje inolvidable.