RIO DE JANEIRO – RÍSuperchica salió del camerino lista para la acción, como de costumbre.
Se colocó junto a Freddy Krueger, Hiedra venenosa y el Capitán América y comenzaron a cantar.
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Esa alineación idiosincrática es típica de la banda callejera Desliga da Justica en el Carnaval, pero este año estaban ante las cámaras en un estudio y los aficionados los veían por internet en lugar de bailando por las calles durante uno de los festejos más icónicos del planeta.
“Todo el mundo en casa, muevan los muebles para que no estorben y bailen y beban cerveza fría", exhortó la mujer vestida como Hiedra venenosa, que inició el espectáculo con una canción tradicional del Carnaval.
La pandemia de COVID-19 obligó a Río de Janeiro a cancelar su afamado festival y a amenazar con actuar judicialmente contra los que desafíen la prohibición de organizar fiestas. Así, grupos como la Desliga recurrieron a eventos en línea para sus seguidores, transmitiendo música y bailes vía YouTube y otras redes sociales.
Este año, todos los miembros de la banda se sometieron el domingo a una prueba PCR para detectar el coronavirus cuando llegaron al estudio en el sur de Río.
La Desliga ha estado organizando las fiestas desde 2009 y cada vez son más grandes.
“Cuando todo el mundo esté inmunizado, vamos a tener el Carnaval más grande que se haya visto en Brasil. Espérenos hasta 2022”, dijo Superchica, interpretada por Carla de Freitas, de 38 años. “Queremos que todo el mundo esté saludable y protegido para que se divierta en paz".
Brasil aún está registrando un promedio de más de 1.000 fallecimientos diarios a consecuencia de la pandemia y, al igual que en muchos otros países, las campañas de inoculación están rezagadas. Los Sambódromos de Río de Janeiro y Sao Paulo, que normalmente vibran al ritmo de las fiestas en esta época del año, están siendo utilizados como centros de vacunación.
La alcaldía de Río de Janeiro reportó que, hasta el domingo por la mañana, había cerrado cuatro centros nocturnos que cometieron infracciones a las normas de confinamiento e impuso siete multas por violaciones al distanciamiento social.
Aún así, algunos aficionados al Carnaval se reunieron el sábado en pequeños grupos de "bate-bolas” — juerguistas que cada año portan exuberantes disfraces confeccionados a mano — para festejos simbólicos.
“Es muy difícil. No soy muy emocional, pero esto (la cancelación del Carnaval) remueve las emociones", dijo Jonas dos Santos, que ha estado a cargo de un grupo de bate-bolas durante 31 años. “El día que desfilamos es mágico, fantástico. La gente acude, la calle está llena, pero este año no tendremos esto. Sentimos un vacío; la gente dice que algo falta".
A pesar de la cancelación del Carnaval este año, la mayoría se presentaron con trajes del Tío Sam que usaron el año pasado e hicieron un recorrido rápido por una sola calle.
Una de las mayores asociaciones de fiestas callejeras, Blocos da Sebastiana, organizó talleres sobre maquillaje e instrumentos para el Carnaval, y ofreció listas de reproducción de su música.
“Nos gustaría estar en fiestas en la calle pero no podemos", dijo Rita Fernandes, presidenta de Blocos da Sebastian. “Los espectáculos transmitidos por internet son importantes, pero simbólicos. Nos traen recuerdos del Carnaval y reafirman lo que significa para nosotros".
“Pero no genera el mismo sentimiento", agregó. “Yo no me puse un traje ni bailé frente a una pantalla".